VENECIA 2013 (CAP. 11)
Sábado, ocho de la mañana. Ed estaba ya tomando el habitual café negro matinal y el correspondiente Amaretto en la cafetería del Cavalletto.
Rápidamente se dirigió a grandes zancadas, pues no quería tomar el Vaporetto, hacia al puente de La Academia para atravesar el Canal Grande.
Ya en el barrio de Dorsoduro, tomó la “strada” que lo llevaría directamente a la Chiesa degli Ognissanti (Iglesia de todos Los Santos).
Siguiendo las fiables informaciones de Don Mario, sabía que Agnello Cucciolo, desde que estaba en Venecia, asistía todos los sábados a la misa que se oficiaba a las diez en Ognissanti.
Penetró en la antigua, pero majestuosa Iglesia, tomó agua bendita de la pila y buscó acomodo en un rincón oscuro y discreto. Allí espero pacientemente viendo como todas las ancianas feligresas se confesaban y tomaban la Comunión en fila.
A las diez en punto empezó la misa con un ritual espectacular. A los pocos minutos entró Cucciolo y sus dos esbirros y se ubicaron en las primeras filas de la izquierda. El cura oficiante cuando se percató de la presencia de Cucciolo, le hizo un discreto además de saludo. (sabía el curita que Cucciolo a la hora de pasar el cepillo era de lo más espléndido).
Terminada la ceremonia, Ed estuvo pendiente de los movimientos de Cucciolo con el único objetivo de acercarse a él y entablar la conversación que con tanto ahínco deseaba. Cuál fue su sorpresa cuando, por la espalda, se le acercó uno de los guardaespaldas, (el más fornido y con mala tez), y le dijo:
- Signore, el mío capo, il Signore Cucciolo desídera parlare con lei.
Ostias, pensó Ed, estos ya me estaban controlando y se me han anticipado.
Por lo visto, Cucciolo, ya estaba al corriente de la estancia de Ed en Venecia con el encargo de hacerle una entrevista para el giornale La Vanguardia. A Cucciolo no le disgustaba la idea de los Godó, a los cuales conocía desde hacía muchos años, con los que había tenido algún tipo de negocio.
Salieron por la puerta trasera de la Iglesia, donde el chófer tenía aparcado el BMW 750. Subieron los guardaespaldas y en la parte trasera Cucciolo y Ed. Se dirigieron rápidamente al Palazzo Pisani situado en el Gran Canal, propiedad del Conde Pisani e íntimo amigo de Agnello.
Sentados cómodamente en el Gran Salón, Cucciolo le informó ampliamente de todo lo que sabía.
- Signore Ed, sé que hace días está usted en Venecia con el objetivo de hacerme una entrevista. Lo hemos estado siguiendo, pero usted andaba desorientado. Su primer informante no era fiable.
- Coño, (pensó Ed) estos ya conocen al Cadiratto.
- Estoy dispuesto a concederle la entrevista para que Godó la publique en La Vanguardia, pero antes le ruego me haga un favor.
- Si, Don Agnello, faltaría más!!. Estoy a su entera disposición.
- Grazzie Ed!!. Puedo llamarlo Ed?
- Si, si, por favor.
- Bien, lei sé que conoce bien al maledetto y squifoso Cadiratto.
- Si, si, claro! (lo que yo pensaba, lo conocen!)
- Cadiratto, anni fá, me hizo unas cuantas jugadas, sucias, muy sucias, y por su culpa tuve que salir escapado de Barcelona. Es un chivato que estaba conectado, cuando le convenía, con los Mossos. Quiero “cobrar” aquella factura a la mayor brevedad posible, antes de partir para Sudamérica.
- ¿Qué puedo hacer yo? (respondió Ed).
- Usted debe llamarlo a Barcelona y citarlo aquí en Venecia, lo antes posible. Prométale un buen soldi en comisiones, por su laboro y con toda seguridad vendrá súbito, pues ama el dinero más que asimismo.
- D´acordo Don Agnello!!. Oggi mismo me pongo en contacto con el squifoso.
- OK!. No se arrepentirá de este servizzio.
(continuará)